Día de Acción Global por Nuestra Casa Común 

Nota - Laudato Si.docx

 

 

Día de Acción Global por Nuestra Casa Común 

Semana Laudato Si 2021: forjar un vínculo gratuito con la creación, nuestra casa común

Con el lema “Sabemos que las cosas pueden cambiar” como bandera, y conmemorando  el sexto aniversario de Laudato Si, la encíclica del Papa Francisco, nos sumamos abriendo el diálogo de la mano de voces cercanas a nuestra Casa de Jóvenes.

                                                         En el marco de la segunda celebración mundial de la Semana Laudato Si, la cual se lleva a cabo desde el 16 hasta el 24 de mayo, desde la Casa de Jóvenes Hermano Francisco dialogamos con tres integrantes de nuestra comunidad, a quienes consideramos voces autorizadas e interesantes para tratar el tema en cuestión: el vínculo con la naturaleza y la ecología, sabiéndonos parte de la creación.

 

La situación hoy

                                                          En primer lugar, vamos a hablar de la situación actual. Para esto, recurrimos a Francisco Calise (29), Ingeniero Ambiental, dedicado a sustentabilidad y energías renovables, quien explicó con claridad y en detalle donde estamos parados

                                                       “Año a año aumenta un poco la temperatura global. El promedio anual de aumento a lo largo de la historia es de 0,08°C y, en el año 2019, fue de 0,15°C, casi el doble. ¿Cómo se da esto? Para producir la energía con la que tenemos luz en nuestras casas, tradicionalmente se queman combustibles fósiles (como carbón, diesel, gas natural). Esto genera gases que se emiten al ambiente y se ‘acumulan’ en la atmósfera. Esta capa de gases acumulados tiene el efecto de un auto cuando queda al sol: el calor entra, pero no sale. De esta forma sube mucho la temperatura del interior, ya sea del auto, como del planeta. Esto lleva al derretimiento de los glaciares y los polos, lo que aumenta el nivel del mar y así, hay cada vez más inundaciones. Los climas se hacen más extremos, aumentan las sequías en lugares áridos, las tormentas son más fuertes y destructivas en lugares húmedos, y más”, nos explica el profesional.

 

Nuestro aporte

                                                           Como bien indica la encíclica, el Papa Francisco convoca a los 1.200 millones de católicos del mundo, y a todos aquellos que quieran sumarse, a tomar medidas urgentes contra la injusticia del cambio climático y la crisis ecológica, con el fin de proteger a los pobres y a las generaciones futuras. Partiendo de esa base, cada persona puede sumarse al cambio de distintas formas, y percibirlo diferente de acuerdo a su presente, su rutina, su grupo familiar y su estilo de vida. 

                                                          “El hecho de visibilizar ciertas cuestiones críticas en la ecología me hizo ir incorporando distintas prácticas. La toma de conciencia me permite integrarlo en mi vida diaria y poder sostenerlo. Son acciones chicas, pero que me llevan a cuestionarme otras. Por ejemplo, intentar reciclar en casa, hacer compost o usar productos ecológicos de higiene y belleza, cuenta Milagros Oromí (37), Terapista Ocupacional, además de Doula, Terapeuta en Bioenergética y madre de cuatro. “Está bueno ser conscientes de todas estas problemáticas, aunque  incomoden. En mi experiencia, a través de mi huerta me conecto con la naturaleza y siempre me muestra que hay otra manera de vivir. Desde nuestro lugar podemos cambiar muchísimos hábitos de la vida diaria, ser consumidores que eligen qué, dónde y cómo comprar, debemos empezar a elegir con conciencia y no por comodidad”, aporta Jacinta Ramos (32), madre y creadora del emprendimiento Huertas verticales.

                                                           Por su parte, Francisco nos habla de dos tipos de contaminación, contra las que hay que luchar. “Para minimizar la contaminación atmosférica, tenemos que pensar en el consumo de combustible del auto, los viajes en avión y los consumos eléctricos y de calefacción en nuestras casas”, detalla. Por otro lado, el profesional pone el foco en un factor, a su entender, clave: la basura. Es algo que pasa por nuestras manos todos los días, a toda hora. La contaminación de aguas y suelos por la basura genera problemas en los animales, en las plantas y en nosotros mismos. Tenemos la responsabilidad de disminuir al máximo los residuos que generamos y, para esto, hay que reducir, reutilizar y reciclar. Si trabajamos entre todos, el cambio climático es posible”, afirma.

 

Nuestra casa común

                                                           En su invitación, el Papa Francisco pone énfasis en el “cuidado de la casa común”, un concepto tan simple como profundo, que en cierta medida nos interpela. “Creo que es el sabernos todos en relación, a niveles en los que no llegamos a tomar conciencia del cómo”, expresa Milagros, al referirse a dicho término. El mundo es nuestra casa, él no nos distingue. Es sabernos en una casa común, en donde hay y habrá otros, y donde nuestra vida debe dejar espacio y recursos para más vidas, agrega Jacinta.  

                                                          Francisco lo interpreta desde el sentido de convivencia, “en nuestra casa común hay un uso de recursos naturales desmedido, que genera un nivel de residuos exagerado y nos cuesta hacernos cargo. El sentido de convivencia surge cuando aumentamos nuestra consciencia, y nos conectamos con nosotros mismos y con el entorno. Escuchemos al Papa, leamos Laudato Si, involucrémonos con el prójimo y con el cambio climático, no va a ser un esfuerzo en vano”.

 

La naturaleza

                                                           De la mano de la preocupación planteada desde Laudato Si, aparece la defensa de quien no solo es nuestra casa, sino que muchos no por nada llaman madre: la naturaleza. Desde su lugar, Milagros la define como un regalo. “A veces no tomamos conciencia de lo profundo del vínculo y nos acostumbramos a sentirnos externos a ella. La naturaleza me afecta y me cambia en muchos aspectos; el humor, mis actividades, mis ciclos. El clima, las estaciones y los paisajes me enseñan constantemente, y desde ahí cambia mi modo de hacer las cosas de todos los días. La naturaleza, los paisajes, el sol de las mañanas, el abrigo ante ciertas temperaturas o los colores del otoño son para mí un contacto directo con lo que nos trasciende, con Dios. Eso es experiencia de lo sagrado”, confiesa. “Somos naturaleza. Es parte de mí y yo soy parte de ella. Es amor, dar, cuidar, crecer, sorpresa, generosidad, es el cielo, el sol, es nacer”, expresa Jacinta.

                                                           “Es un regalo que quiero aprovechar y no devastándola, sino uniéndome a su ciclo. Si logramos estar en coexistencia y coherencia con la naturaleza, satisfaciendo nuestras necesidades, lo habremos logrado. Ese es el futuro sostenible, es el mensaje de Francisco, que coincide con la definición de naturaleza como regalo. 

“Escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres”

                                                           Ante esta frase célebre citada por el Papa Francisco en su carta encíclica, los tres entrevistados, sabiéndose parte de la Casa de Jóvenes, reflexionaron al respecto, cerrando el diálogo con sentidas conclusiones.

                                                           Cuando uno está cerca, de a poco va cambiando modos,  formas de mirar, hábitos. A veces chiquitos o insignificantes, pero tengo la esperanza de que en ese entramado está el modo en que vamos evolucionando y creciendo, fueron las palabras de nuestra Terapista Ocupacional. “Sabiéndonos naturaleza, sabiéndonos en una casa común y sabiéndonos pisando la misma tierra, el suelo de mi hermano es también mi suelo. Dejar de ser ajenos y ser parte de una casa común”, expresó Jacinta. “Encuentro un punto común entre las dos: son voces que no son escuchadas, tanto la de los pobres como la de la tierra. Lo opuesto a la empatía y al sentido de convivencia, es la indiferencia y, normalmente, ante estas voces somos indiferentes. No seamos indiferentes ante los débiles”, concluyó Francisco*.

 

                                                                                                 Regalo de nuestro cielo, atardecer 02-2020

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